domingo, 26 de julio de 2015

El extraño caso de cómo Mr Wonderful puede venderte cualquier cosa

De Gran Hermano, cuando empezó, se decía que era un experimento sociológico. Siempre me apasionó como tal. El reality perdió toda la sociología posible a partir de la segunda temporada y no fue hasta hace un par de años que encontré otro fenómeno sociológico igual de apasionante: el extraño caso de cómo Mr Wonderful puede venderte cualquier cosa.

Primero era porque estábamos en crisis y los mensajes positivos nos levantaban el ánimo, pero ¿ahora? Ya no se limitan a los mensajes positivos, sino a cualquier cosa. No hay mercado que se les resista: papelería, bodas, niños, cocina... Los han probado todos y a cual con más éxito.



Y no me estoy refiriendo al éxito empresarial que tiene la firma, que se puede entender, sino a toda la legión de fans que arrastra y a la que no le importa pagar 12 euros por una taza en la que desayunar. Ellos fueron los primeros y después vinimos el resto. Sí, lo reconozco, yo también he caído, pero no con su taza.

No sé si es tanto un fenómeno sociológico o un fenómeno de márketing. La cosa consiste en que venden cualquier cosa y a los dos días está agotado creando una histeria consumista digna de estudio. Láminas, tazas, libretas, incluso velas, pijamas y bragas. La colección de ropa para dormir se agotó en Oysho a los dos días. 


El mercado se les empieza a quedar pequeño e imagino que a estas alturas hay gente que tenga su casa invadida de cosas a cual más molona y hay que seguir sacando nuevos productos. Y  aún hay cosas de la sección de papelería que pueden venderse: carpetas de diversos tipos y modelos.

Y tú dices, pero si esto lo compra mayormente gente que ya ha acabado de estudiar, ¿cómo va a funcionar? Y funciona. Llevan dos (o tres años) colocando agendas escolares a trabajadoras, paradas y madres. ¿Qué persona no académica usa una agenda que empieza en septiembre? Es la prueba definitva para saber si eres una auténtica fan de Mr Wonderful.


Y ahí está el fenómeno que es digno de estudio. ¿Puede llegar el día en que los mensajes cargados de positivismo dejen de ser lo que haga que te dejes una pasta en un artículo que puede costar cuatro veces menos? ¿Hay algo que pueda vender Mr Wonderful que no compre la gente?

Entre las últimas novedades de la tienda hay una colaboración y un producto propio que llaman la atención. Especialmente curiosa es la colección de alparagatas. Aquí no soy objetiva, lo admito. Soy de pueblo y de pequeña usé más alparagatas de las que Mr Wonderful pueda diseñar en toda su vida

No me parecen nada molón, ni cool. Les tengo bastante antipatía y si tengo que buscarles un aspecto positivo es que es un calzado barato. Las de Mr Wonderful cuestan 50 euros. Decir que puse el grito en el cielo cuando las vi, es poco. Tambien es verdad que he visto pocas.

Pero para colaboración original la que esta semana han anunciado los propios Mr Wonderful. Se han unido con Colhogar para hacer papel de cocina con mensajes buen rolleros. No lo he visto en tiendas y creo que aún no ha salido a la venta, al menos en mi Instagram no han aparecido aún fotos tan cuquis como esta.


A decir verdad yo hubiera diseñado mensajes como 'Las patatas fritas no engordan, es un mito' o 'Di no a la plancha y sí a las frituras'. No sé, cosas más apropiadas para un papel que vas a usar para quitar el exceso de aceite a las croquetas o limpiar la encimera cuando se te caiga el café por las mañanas.

Quizás el problema es que pienso en la utilidad práctica del producto y no en hacer montajes súper cuquis para subir a las redes sociales. Que esa es otra de las curiosidades del fenómenos sociológico de Mr Wonderful. No hay nadie que compre sus productos y los exponga públicamente (por lo general varias veces) en las redes sociales.

Puede que cuando se nos acabe el fervor por fardar en las redes sociales de lo que tenemos o no, de lo bonito que es lo nuestro frente a lo de los demás o de lo positivos que somos cuando no tenemos nada de suerte Mr Wonderful deje de vender cosas. 

Curiosamente, de la colección de Oysho del año pasado lo único que aún quedaba en las tiendas dos semanas después eran bragas. ¿Quizás porque no está bien visto enseñar esas intimidades en público?

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